Tal vez tu, que estés leyendo este
articulo pienses que nunca podrá pasarte a ti.
Tal vez hallas nacido en el seno de una
familia cristiana evangélica y tu infancia y juventud
estén arropados por
la iglesia. Incluso es posible que ya te hayas bautizado y seas miembro activo
de la congregación.
"Pero sed prudentes y manteneos
despiertos, porque vuestro enemigo el diablo, como un león rugiente, anda
buscando a quien devorar." ( 1 Pedro 5:8)
Estas
preparados, cualquier día, el diablo, pondrá ante vosotros el cebo, un comentario o mofa que os haga sentir
distintos, una persona agradable que te invita a salir,...
Y así un día dejarás de asistir a la iglesia para ir al cine con tus compañeros de clase
entre los que se encuentra esa chica tan guapa, o ese chico tan simpático. Otro día será el botellón, un pub y otro
una discoteca. Lo cierto es que, poco a poco, vas dando pasitos fuera de tu
entorno.
Al principio mantendrás contacto con
aquellas personas mas afines a ti dentro de la iglesia. No ocurrirá lo mismo con
aquellos que te recuerden que te estas alejando y te comenten los riesgos de lo
que estas haciendo. Pero poco a poco te irás alejando sin darte cuenta.
En esta primera fase, los días serán normales y
experimentarás los primeros síntomas de
olvido. Se te olvidarán las reuniones de la iglesia, se te olvidará dar gracias en
la mesa, dejarás de orar con
frecuencia... Y tan solo cuando llegues a casa, cuando el silencio de tu
habitación deje hablar a
tu conciencia, te acordarás de elevar una plegaria a Dios.
Creerás que con esa ridícula parcela Dios tiene bastante de tu vida y tu estarás en comunión con el. Pensarás que con pedir
perdón por tus malos
hábitos, por tus
malos gestos y por tus olvidos, Dios, en su inmensa misericordia, te dejará un sitio a su
lado y tu alma pasará la noche en paz. Pero muy pronto comenzarás a quedarte
dormido antes de decir amen. Después recortarás tus oraciones para no quedarte dormido y siempre dejarás un lugar para
pedir perdón.
Con el paso del tiempo tu vergüenza será más inmensa que tu
fe y dejarás de orar a Dios, consciente de tu falsedad y tu egoísmo.
Cuando esto esto ocurra estarás en la zona de
NO RETORNO.
Será entonces cuando te dediques de pleno a explorar el mundo y
buscar tu sitio en el. Te centrarás en tus estudios, después en tu profesión, en tus hobbys. Intentarás conocer a mucha gente, cuanto más tiempo estes acompañado menos echarás de menos a tus hermanos.
Te adentrarás en "una selva" donde la palabra amor solo tendrá un significado
carnal. Conocerás de cerca todas
las sensaciones que antes solo conocías de oídas: soberbia, intolerancia, egoísmo, lujuria, mentira, etc.
Si sabes combinarlas bien es posible que encuentres el camino al éxito personal, a
la fama, a la riqueza material.
Lo único que aún te distinguirá del resto, de los que te rodean, será que en tu corazón aún se guardan
parte de las escrituras, y que sabes que no estás el camino correcto. Aun así tu orgullo y tu vergüenza seguirán guiando tus pasos.
En esta etapa puedes pasar años mientras que
la amnesia se apodera de tus recuerdos. De repente intentarás acordarte de
un corito, de un salmo, de un pasaje bíblico... Y te darás cuenta que se te ha olvidado la música o la letra,
que no recuerdas el número o el libro donde se encuentra. No sabrás que apóstol escribió ese párrafo.
No se cuando, pero un día, en otra
ciudad, donde no te conozcan, serás tu quien abra la puerta de una iglesia. Esperarás a que haya
comenzado el culto y ocuparás discretamente el último banco del local, el que esté más cerca de la
salida.
Ese día escucharás la palabra de Dios y llorarás amargamente, agacharás tu cabeza para que no se vean tus lagrimas. Intentarás susurrar una
oración y solo saldrá una palabra de
tu boca: "perdóname".
Veras pasar ante ti el pan y el vino, y dejarás que pase, por
que sabes que no eres digno de cogerlo. Y con la última oración saldrás corriendo para evitar que nadie sepa que eres "un alejado".
Los alejados tenemos una
Biblia siempre en casa. Es posible que incluso este en nuestra habitación, pero nunca la
abrimos para no recodar con frecuencia nuestro pasado.
Es posible que lo intentes la próxima semana.
Hasta es posible que un día lleves tu Biblia ( pero cuidado que no se vea mucho) y creas
que Dios ha escuchado tu suplica y ha salido corriendo en busca del hijo
prodigo.
Ese día serás tan atrevido que, aún sabiendo que te verán participar del pan, cogerás tu porción, y después del vino. Pero te engañas... No podrás asumir este compromiso, ni si quiera, si alguien te tiende una
mano amiga.
Todavía el mundo te retiene entre sus brazos, estas sujeto por
demasiadas ataduras. No estas preparado para decir a todo lo que te rodea que
eres cristiano, que eres evangélico. Podría costarte todo
aquello por por lo que tanto has luchado.
Si alguien te ha visto salir de la iglesia,
dirás que es la fe
de tus padres o tus abuelos. Sentirás dentro de ti la misma traición que Judas, la misma vergüenza que Pedro al negar a Jesus y lloraras con cada negación, con cada
traición.
Te darás cuenta que eres un "Alejado".
Para los Alejados, el infierno se abre cada día al sonar el
despertador y cada noche duermes en el.
Llorarás amargamente recordando tu niñez y tu años en la iglesia. Intentarás cantar una alabanza y tu voz se apagará mientras
intentas recordar alguna de aquellas que habías cantado ciento de veces.
Tu corazón hablará con palabras mudas y su plegaria no podrá ser escuchada.
Llamarás por teléfono a aquellas personas con las que compartías tu fe,
alguien de aquel grupo de jóvenes... y aunque se acuerden de ti para ellos ya eres un extraño.
Pasará el tiempo y una noche... te sentarás en tu cama, y
es posible que,con lagrimas en los ojos, escribas algo parecido a esto con la
intención de enviarlo a
la iglesia que te vio crecer y te vio marcharte, para que algún joven inconformista no siga tu pasos.
Yo soy un Alejado...