jueves, 17 de octubre de 2013

RELOJ NO MARQUES LAS HORAS.


Siento que cada vez la vida me parece mas bella y estoy aprendiendo a ver esos pequeños detalles que se me escapan de entre las manos como lo hace el tiempo.
Un tiempo que no se detiene por mas que le suplicas.
He dejado mi cronometro dentro del cajón de la mesita. No ahora  no necesito prisas, ¿porque correr? ¿porque contar los segundos, los minutos, los días?
Me he puesto el viejo reloj del abuelo. Ese reloj de cuerda con el cristal arañado, que permanecía durmiendo. He puesto sus manecillas a las siete y veinticinco asemejando dos piernas dispuestas a echar a correr en cuanto se lo pida. Dos piernecillas que me recuerdan que el tiempo camina, que no se detiene por mas que le supliquemos.
Maldito tiempo que se escapa de entre las manos, como se le escapo la niñez a un Peter Pan mientras corteja a una Wendy, ya madura, que empieza a contar las canas en la cabeza de Peter mientras que acaricia su frente.
Que se pare el día en ese preciso momento en el  que el sol y la luna se miran fijamente bajo el firmamento... Buenas noches Sol... buenos días luna.
Si, la vida hoy me parece mas bella. Descubro matices que me hacen sentir mas vivo que ayer y, tal vez, menos que ese mañana a cuya estación no quiero llegar.
Matices en la sonrisa de un niño, el sollozo en los brazos de mamá.
En la mirada cristalina del viejo mulero fundida con un ayer que se le esfumó lentamente mezclado con el humo de su cigarro de tabaco verde.
En esa lagrima que resbala por la arrugada mejilla de ella arrastrando hasta el alma el  recuerdo del que se le ha ido dejándola acompañada de sus recuerdos en  medio de la soledad.
Los matices de un beso, un tímido beso, capaz de cambiar el mundo. Del abrazo que te recuerda una espera que al final se convierte en recompensa.
La felicidad soñada, que empezabas a sospechar no existía y cuando por fin  llega, tardía, temes que se disuelva con el azúcar de un café.
Olores... café de puchero, el varón Dandy de papá; la hierba recién segada, el mar estrellándose una y otra vez contra las olas como un adolescente buscando sexo. La colonia de mis bebés y el perfume de mi amada que me seduce sobre la almohada cada noche.
Sabores... El primer café de la mañana, el pan recién hecho, aquella manzana robada en mi niñez, el tabaco de pipa de mi padre, el oleo de sus cuadros y también mi primer beso.
Sonidos... aquella canción que tatareaba mi madre mientras planchaba, las llaves de mi padre abriendo la puerta al volver del trabajo , Bohemios en el tocadiscos del salón, la llamada telefónica que recibes en la cama para desearte las buenas noches.
Una radio acompañando, con radionovelas, el bollo con aceite de aquel niño durante su merienda. Un programa: "simplemente María". Una radio en las noches de insomnio acompañando la madrugada; un sueño hecho realidad y tu voz en el aire cómplice de las noches tristes de tus oyentes.
Una radio que ya no suena igual. Hoy se recrea con noticias sacadas de la redacción  ayer que se repetirán al día siguiente como si saliesen de un carrusel de feria mientras alguien le de a la manivela.
No, ya no suenan esas voces compañeras de mis noches, la radio también duerme, arropada por las miserias de vidas ajenas en TV. Noches de lobos
Matices de una vida con banda sonora original.
Cantaría si las lagrimas no ahogasen mis acordes. Mis cuerdas convocan mis lagrimales y los silencios han invadido el pentagrama.
La clave de sol se ha nublado...

Si la vida es mucho mas bella que ayer... lo estoy descubriendo a destiempo.
Maldito tiempo que se escapa de entre las manos. Reloj... ¡no marques las horas!.