El aroma del café me ha despertado esta mañana. Aún con los ojos cerrados ha
regresado a mi memoria aquel olor tan peculiar que llegaba desde la cocina en
mi niñez. Es el olor que me recuerda
a mi madre. El aroma a café de puchero con esa mezcla tan
peculiar del café natural con el torrefacto
para dar un toque de color.
Aun chirría aquel viejo molinillo de
madera y manivela, con su canjoncillo abajo para recoger la molienda.
El aroma del café se entremezclaba con el olor
al carbón de la cocina. Una cocina de
hierro con sus fogones formados por aros que se quitaban y ponían en función del tamaño de la olla o de la vieja cafetera, desconchada, de
porcelana.
Mi padre admirando sus canarios |
Si tuviese que definir un olor para el recuerdo de mi
padre, este seria sin duda el fuerte aroma de Varon Dandy, su colonia. Su
desviación de tabique nasal le hacia
im
pregnarse fuertemente de esta colonia; tanto que el olor inundaba el pasillo
de aquel piso de tres habitaciones en una quinta planta sin ascensor.
Pero creo que no; aún hay un olor mas persistente
en mi memoria para definir a mi padre. Es el olor del aguarrás y la pintura al óleo en aquel cuartillo que
utilizaba para plasmar su afición a la pintura.
Nunca lo vi con su caballete frente al mar, frente a un hórreo, siempre decía que en Asturias ningún día tenia la luz del día anterior; pero a su manera siempre daba un toque personal
a las laminas y fotografías que hacia para después pintar cómodamente en casa. Muy pocas
fueron las exposiciones que realizó en su vida; pero son muchos
los cuadros que regaló a sus amigos y familia.
Incluso yo he descolgado de sus paredes algún que otro cuadro para decorar
mi casa.
Los olores de mi niñez en tierras del norte
inundan hoy mis recuerdos. Olor a hierba recién segada en mi Asturias natal.
Aldeanos a pleno sol con guadaña en mano y horquilla
preparada para amontonar la hierba en la vara para que comiese en invierno el
ganado. Ahora la cosa es distinta las maquinas segadoras embalan en plástico la hierba al mismo tiempo la hierba en pequeñas porciones para preservarlas de las inclemencias del
tiempo; pero el olor sigue siendo el mismo en aquellos prados junto al mar,
junto a los acantilados que reciben con firmeza las olas de un mar embravecido,
mientras que salpica ese olor a sal.
Por suerte deje de fumar. Ya era hora después de tantos años diciéndolo. Y si me congratulo de haber tomado esta decisión es porque he recuperado mi olfato y me ha permitido
reencontrarme con mis recuerdos.
Ahora he vuelto a recordar aquel olor a pan recién hecho. Aquel olor al horno de leña José, "el feo", como le
conocían en el pueblo. El horno
estaba justo al lado de la casa de mi tía Antonia. Era casi una
liturgia, el levantarse cada mañana y mientras mi madre
preparaba el café con leche, ir a buscar las
tortas de aceite recién hechas, con su cobertura de
azúcar, al horno.
Aún veo a Matilde al frente del
despacho de pan, y a José con su camiseta de tirantes
cargando aquel viejo Renault 6 para salir al reparto por los domicilios. Calle
a calle, tocando el claxon, levantando el portón trasero, entregando el pan a
sus clientes. El pan de "el feo" tenia mucha popularidad en
Villanueva del Arzobispo.
Y sobre todos mis olores, aun destaca el olor a la colonia
Nenuco, al potito de pescado, al reflujo sobre mi chaqueta... recuerdos de
paternidad primeriza.
Son algunos de los olores de mi vida... memoria olfativa
que regresa a mi.
Seguro que vendrán otros aromas en mi memoria,
pero ya te lo contaré cuando fluyan.