domingo, 30 de junio de 2013

Copa Educación: Religión 1 – Democracia 0


Aunque no lo parezca, uno puede llegar a ser concienzudo; tal vez lo den los años, tal vez lo de el hastío, tal vez lo de la impotencia. Lo cierto es que llevo tiempo dándole vueltas a la cabeza sobre la famosa reforma de la ley educativa, LOMCE o Ley WERT.
El mismo tiempo que llevo viendo y escuchando todo tipo de comentario sobre la misma que, a mi parecer, solo hacen desviar la atención del verdadero meollo de la cuestión.
Primero desvían la atención con nacionalismos lingüísticos, ahora con  las notas medias para becados, y después sacarán otro titulillo. (Me gustaría ver las notas medias de los que dirigen nuestro país o aspiran a hacerlo.)
Insisto en que llevo tiempo leyendo y pensando entorno al tema y aún no comprendo porque no sale nadie a denunciar esos otros aspectos que distinguen verdaderamente esta reforma educativa de sus predecesoras.
Todavía no he escuchado las voces , incluidos profesionales del sector, denunciando las sucesivas cribas que van a padecer los alumnos; llegando el caso de que puedan ser catalogados ya como inservibles para continuar los estudios, ser segregado y derivado a la llamada FP inicial, hacia unas enseñanzas de nombre FP que impiden posteriormente la continuidad de sus estudios en FP de grado medio, o en cualquier otro tipo de estudios; ocultando así el problema del llamado “fracaso” escolar.
Nadie se ha pronunciado en contra de que estas reválidas sean realizadas por agentes externos, es decir, por empresas privadas, amigotes o compañeros de colegio, personal de la privada o Dios sabe quien; con el consiguiente desprecio hacia profesorado de la enseñanza pública.
Un desprecio que se acentúa cuando esta ley se carga de un plumazo la democracia en los centros de enseñanza, comenzando por el recorte de funciones del consejo escolar que se convierte en un órgano consultivo sin potestad de aprobar ninguna resolución; otorgando estas  concesiones a los directores de los centros.
Unos directores que ya no necesitaran del mayor apoyo de la comunidad educativa. Serán  las Administraciones educativas quienes convoquen concurso de méritos y establezcan los criterios objetivos y el procedimiento de selección, así como los criterios de valoración de los méritos del candidato y del proyecto presentado.  A buen entendedor con poquitas palabras basta, ¿verdad?
Pero por si acaso, veamos una vez más como se cargan el proceso democrático.
En la LOE (en vigor hasta esta reforma) “La selección del director, que tendrá en cuenta la valoración objetiva de los méritos académicos y profesionales acreditados por los aspirantes y la valoración del proyecto de dirección, será decidida democráticamente por los miembros de la Comisión, de acuerdo con los criterios establecidos por las Administraciones educativas. La selección se realizará considerando, primero, las candidaturas de profesores del centro, que tendrán preferencia. En ausencia de candidatos del centro o cuando éstos no hayan sido seleccionados, la Comisión valorará las candidaturas de profesores de otros centros.”
Y así lo recorta el Sr. Wert: “La selección se basará en los méritos académicos y profesionales acreditados por los aspirantes, la valoración del proyecto de dirección, y la experiencia y valoración positiva del trabajo previo desarrollado como cargo directivo y de la labor docente realizada como profesor. Se valorará de forma especial la experiencia previa en un equipo directivo." Pero ¿quién lo decide?
De esta manera ya pueden quitarse del medio a directores no afines, reivindicativos con la administración, etc. etc. y de paso dejamos vía libre a los amigos y simpatizantes políticos.
Igualmente la ley Wert, deja vía libre para quitarse del medio a profesores molestos.
En este sentido se permite al  director del centro “autonomía para adaptar los recursos humanos a las necesidades derivadas de los mismos. A tal efecto, dispondrá de las siguientes facultades, de acuerdo con las condiciones que el Gobierno determine reglamentariamente:
Establecer requisitos y méritos específicos para los puestos ofertados de personal funcionario docente, así como para la ocupación de puestos en interinidad.
Rechazar, mediante decisión motivada, la incorporación a puestos en interinidad de personal docente procedente de las listas centralizadas. Esta decisión deberá ser refrendada por la Administración educativa correspondiente.  (Es decir la misma administración que ha dado el visto bueno al cargo de director)
Cuando exista vacante y financiación adecuada y suficiente, proponer de forma motivada el nombramiento de profesores que, habiendo trabajado en los proyectos de calidad, sean necesarios para la continuidad de los mismos.
Y todo esto se justificará con la excusa de promover acciones “destinadas a fomentar la calidad de los centros docentes, mediante el refuerzo de su autonomía y la potenciación de la función directiva, según establezcan el Gobierno y las Administraciones educativas.”
Pero que nadie se alarme porque En estos supuestos, las Administraciones educativas podrán trasladar al personal funcionario a centros educativos distintos al de su destino, de manera motivada y respetando sus retribuciones y condiciones esenciales de trabajo, modificando, en su caso, la adscripción de los puestos de trabajo de los que sean titulares.” Eso si, el personal funcionario tendrá derecho a las indemnizaciones establecidas reglamentariamente para los traslados forzosos.
Pero nuestros políticos pueden seguir andándose por las ramas con demagogias baratas; mientras tanto,  los centros privados podrán seleccionar todavía más al alumnado con la “especialización” de los centros y la introducción de “aspectos específicos” para la definición del “carácter singular del centro”. Los alumnos de clases sociales desfavorecidas, los alumnos con dificultades de integración, etc… que se los quede la enseñanza publica
Continuarán los conciertos en las etapas de educación obligatoria y, por esa falacia de la libertad de elección de centro, se extenderán a la no obligatoria, a la Educación Infantil, la FP y el Bachillerato, dando satisfacción a las reivindicaciones de las patronales de la enseñanza privada.
Clasificarán al alumnado y a los centros, pues habrá rankings de centros con buenos, regulares o malos resultados de forma “legal” y publicarán los datos para justificar sus conciertos con la Iglesia Católica.
Los centros concertados crecerán como champiñones (incluso con terrenos públicos cedidos) al auspicio de una ley con el visto bueno de Rouco Valera y sus amigos del Opus Dei.
Seguirán eligiendo sus profesores por sus valores religiosos antes que por sus valores académicos; mientras que miles de candidatos se parten la boca por unas pocas plazas en oposiciones.
Ahora el gobierno del PP quiere trasladar el contenido de esta ley a los ciudadanos, por comunidades autónomas, provincias y municipios; para convencer de sus virtudes. Acusarán, como ya se ha hecho por el PP de Córdoba; a los que se oponen a esta iniciativa de "engañar" a los ciudadanos, y mil tretas mas para ocultar la verdad.
Pero tal vez no sea tan grave si podemos seguir mirando para otro lado… mientras que, entre todos, se cargan la democracia en uno de los pilares de nuestra sociedad; en la Educación.